
El matrimonio de la misma forma como el esposo y la esposa, echa raíces y se vuelve más firme, o comienza a fracasar y se vuelven más vulnerable. Nunca es totalmente estable, aunque a veces parece. El matrimonio tiene vida propia, camina hacia adelante o hacia atrás.
Respira profundo cuando recibe aire fresco o se sofoca cuando le falta oxígeno espiritual. El esposo y la esposa ejercen gran influencia en el rumbo del matrimonio a través de las palabras, el modo de actuar y el fervor de sus oraciones. El aire fresco o la sofocación son elección de la pareja.
La buena noticia es que incluso cuando cometemos errores en el matrimonio, y pensamos que deberíamos haber actuado de forma diferente, Dios es el Dios de segundas oportunidades. No todas las parejas están dispuestas a dar una segunda oportunidad a la pareja, pero Dios siempre nos da otra oportunidad para corregir nuestros errores. Esto significa que si el matrimonio va en la dirección equivocada, nunca es demasiado tarde para revertir la situación.
Casi todos los hombres y las mujeres se casan con la intención de permanecer juntos y tener un matrimonio maravilloso por toda la vida. Ambos están enamorados el uno del otro y piensan que saben cómo será la vida conyugal. Pero antes del matrimonio, es imposible saber con exactitud lo que van a enfrentar, incluso cuando el periodo de noviazgo haya sido largo y se conozcan mucho tiempo. No nos conocemos ni siquiera a nosotros mismos antes del matrimonio, y mucho menos a la persona con quien nos vamos a casar.
El matrimonio revela todo lo que somos, porque no hay lugar para escondernos - ni siquiera de nosotros. El matrimonio cambia todo. La relación pasa a ser verdaderamente íntima y personal, y no conseguimos ocultarnos por mucho tiempo. La verdad sale. Es por eso que el matrimonio requiere compromiso y mucho esfuerzo. Cada uno debe dar el 100% de sí mismo al otro. Y eso no será fácil si ambos son egoístas en extremo.
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