miércoles, 25 de agosto de 2010

El primer encuentro


Algunas personas se preocupan mucho con el primer encuentro. No está mal invertir en lo visual, pero la exageración a veces acaba confundiendo. Por un lado el aspecto es muy importante, por otra parte, no se puede olvidar de lo más importante que es el interior.

Una buena charla es infalible. La sencillez y la sonrisa cálida aun son una buena receta. Cuando alguien demuestra integridad del carácter, las posibilidades de escuchar un sí son grandes.

Con el tiempo, la amistad entre la pareja es uno de los mejores regalos que ambos pueden construir, y la fidelidad genera frutos como la alegría en dar y recibir, en amar y sacrificarse por el otro, cimentando así una confianza inquebrantable.

Para llegar al corazón de quien se ama, debe ser sobre todo sincero. No importa la nacionalidad, color, raza, origen social, edad, nivel de capacitación, entre muchas otras diferencias que puedan existir entre los seres humanos, nada puede ser barrera entre dos personas sinceras que empiezan a conocerse.

El ser humano tiene una gran necesidad de sentirse seguro. Independientemente de ser hombre o mujer. Ambos se sienten muy atraídos a consumar una relación donde hay sinceridad. Nadie desea vivir con alguien que demuestra una cosa siendo otra.

Muchas relaciones fracasan hoy en día, porque tanto el hombre como la mujer están jugando con sentimientos nobles, y de gran responsabilidad, que es la unión de dos seres.

Dios se siente incapaz de trabajar en la vida sentimental de alguien que no acepta un cambio de carácter. Algunas personas deben tener, en primer lugar, sus heridas cicatrizadas, para después involucrarse sentimentalmente.

Antes de entrar en una relación, es necesario hacer un balance de cómo está el corazón. Muchas personas llevan dentro de sí cosas que ni siquiera ellas mismas saben que diagnosticar. Cosas que pasan desapercibidas en el día a día, que harán una gran diferencia en una vida juntos.

Tener una vida sentimental restaurada no es "nada del otro mundo". Sólo Dios puede sanar las heridas, traumas, amarguras, las heridas de rechazo y de otros dolores del alma. Un profesional en el campo de la psicología puede ayudar, y mucho, para tratar todos estos males, pero sólo Jesús tiene el poder para escudriñar un corazón profundamente como para tratarlo.

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